Un deslave y 20 computadoras

En 1999 fue el deslave de la guaira. Recuerdo ver llover sentado en una de las mesas de la cafetería de la facultad de ciencias de la UCV donde estudiaba el pre grado en ciencias de la computación.

Era 14 de diciembre y llovía mucho, sin parar. Al día siguiente, el responsable del centro de computación nos decía que teníamos que hacer algo para ayudar y que la gente de responsabilidad civil estaba buscando una forma, un sistema a través del cual se pudiese saber en qué refugio se encontraban las víctimas de la vaguada, para así poder facilitar el reencuentro con sus familiares a través del país.

Así, de una tragedia enorme, nació la idea de juntarnos para crear una base de datos en la que a través ee voluntariado, pudiéramos ingresar las listas de personas que llegaban a los refugios y poder hacer visible al país, a sus familiares por donde comenzar a buscar.

Fue glorioso veraniego mi proposición caló en la cabeza de mis amigos estudiantes y que todos los días, nos encontraríamos en aquel centro de computación, para juntos conectar ayudar a conectar a las personas, unir a las familias.

Pasamos 15 días haciendo esto: llegábamos a las 8/9 am y nos íbamos a las 7/8/9 de la noche. Hacíamos turnos, echando vaina de la buena, riendo mientras transcribíamos datos y más gente llegaba para apoyarnos como voluntarios. Recuerdo que hasta en la radio RCR me entrevistaron para hacer visible lo que estábamos haciendo.

Comenzamos a recibir comida donada para apoyarnos de diferentes locales e instituciones, y hasta fuimos a animar con nuestras parrandas navideñas a los refugiados del estadio de la UCV y repartir insumos a la gente que estaba en el poliedro de caracas.

Allí supe que mi misión en la vida era conectar a la gente, ayudar al prójimo y hacer uso de mi talento de animador para inspirar a los otros.