El abrazo inesperado


Era 17 de Mayo del 2007 y estábamos reunidos en la gatera, la casa de mi suegro, celebrando el primer año de vida de mi ahijada Val.

La tía D, llegó de su trabajo alrededor de las 2 de la tarde y aún celebrábamos la gran noticia de su estado de remisión del cáncer de seno que había estado asediando su vida.

La tía D siempre mencionaba a sus dos hijos varones, el mayor que vivía en Australia y el menor que había faltado a la fiesta porque andaba en la playa. Avanzada la celebración, escuchamos un grito y de repente todo su agitó.

Mi cuñado médico saltó sobre la tía D, luego que de verla gritar de dolor llevando su mano al corazón y cayendo de la silla en la que se encontraba.

De allí, un grupo se fue a la urgencia de la clínica la floresta mientras yo me quedaba atrás asistiendo a las hermanas de la tía D para luego llevarlas en mi carro a ver el estado de su hermana en la clínica.

Una vez localizado el hermano menor, lo puse al tanto de la situación y me puse el sombrero de hermano mayor, puesto que el verdadero estaba a miles de kilómetros tratando de abordar un avión que lo llevaría a caracas 3 días más tarde.

Hubo muchos trámites, miles de cosas administrativas que resolver y le tocaba al hijo menor hacerlo, pero él, estaba perdiendo a su madre, ella se estaba muriendo y yo podía simplemente ayudarlo a conectarse con el momento, con la partida de su mamá, con la familia y con su hermano que no podría ser testigo de la muerte de su madre dos días después del episodio en la gatera.

En 2011, el hermano mayor vino a visitarnos en la ciudad de Montreal y sentados compartiendo una Poutine (papás con salsa), se levantó de la mesa y me dijo esta palabras que nunca olvidaré: mi hermano me contó lo que hiciste durante el episodio de la muerte de mi mamá. Gracias por haber ayudado a mi hermano cuando yo no pude.

Una vez más en la emergencia y en las tragedias de la vida, pude ayudar a conectar a otros y hoy con lágrimas en los ojos recuerdo ese abrazo fraternal de agradecimiento que pocas veces recibimos durante nuestras vidas.

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